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Hola, Javier. Bienvenido a Calanda es pasión. Cuéntanos quién es Javier Espada?

Hola, mi nombre es Javier Espada, he nacido aquí en Calanda, muy cerquita de este edificio, bueno, aquí todo está cerca porque es un pueblo de menos de 4000 habitantes. Y, este es mi pueblo, un lugar que yo creo que todo el mundo debería visitar para descubrir la tierra de un genio como es Luis Buñuel. Por otra parte, soy el creador de este espacio, el que diseñó este museo, un museo interactivo y bastante extraño, diferente de cualquier otro. Porque cuando me puse a diseñar a finales de los 90, no había ningún museo de ningún director de cine en el que me pudiera inspirar, con lo cual tenía toda la libertad del mundo para inventar. Soy también cineasta o “filmmaker”, que es una palabra que me encanta, creador de cine.

Háblanos de cómo fue tu primer contacto con el universo de Buñuel.

Son recuerdos de ese momento en que un niño deja de ser niño y empiezan a bullir por ahí las hormonas. Recuerdo una Semana Santa que llegó Buñuel al pueblo y creo que ni lo vi, pero sí que vi a unas mujeres que vinieron con él, eran muy guapas y vestían con ropas de colores, cuando Calanda era un pueblo que casi todas las mujeres vestían de negro, porque en todas las casas había habido muertos o desgracias, la sombra de la guerra civil era muy, muy pesada, este pueblo sufrió muchísimo.

Para mí, de repente, descubrir a estas mujeres tan guapas, que vestían con ropas de colores, que llevaban cámaras de fotos y que nos fotografiaban a los niños, para mí fue una revelación. En ese momento supe que había otro mundo distinto del mundo de Calanda y que yo quería estar en ese mundo. Ese es mi primer recuerdo de Buñuel.

Y tu primer contacto con su obra.

Como yo era un adolescente, ver a alguien que había hecho una película de mi pueblo, que sacaba al Marqués de Sade pero con el aspecto de Cristo y encima tocaba los tambores, eso era una blasfemia en toda regla, una blasfemia cinematográfica. Me pareció que ese señor era un gamberro y encima de mi pueblo, me llamó muchísimo la atención, dije yo quiero ver, saber más y conocer más cosas de este cineasta. Poco después conseguí ver más películas. Y así comenzó mi pasión por Buñuel.

¿Cómo surge la idea de hacer un centro especial para la figura de Buñuel?

Estaba Antón Borráz como alcalde de Calanda, cuando me invitó a dar una conferencia de un tema que no tenía nada que ver con Buñuel y después de la conferencia, conversando, me dijo que en la casa del cura de Calanda querían montar la casa museo de Buñuel. A mí me hizo mucha gracia unir la idea de la casa del cura y Buñuel. Le pregunté ¿qué vais a poner? De Buñuel no queda casi nada en el pueblo, aparte que es un director de cine… No vas a colgar un trozo de película… no? Y pensé bueno, están los audiovisuales, los multimedias, que en aquel momento estaban comenzando. Yo trabajaba con electrónica y con programación, estaba muy al tanto de lo que era lo nuevo, porque también había estudiado fotografía. Entonces bueno, tenía mi formación también en filosofía, etc.

Total, que Antón me preguntó, ¿qué se te ocurre? Le dije que ya pensaría algo. Empecé a darle vueltas a la cabeza, empecé a desarrollarlo y al final pues surgió esto, un proyecto que aunaba la tecnología, pero siempre al servicio del contenido.

Después de 22 años, la tecnología ha evolucionado muchísimo, pero en el año 2000, el CBC destacó por ser innovador.

Sí, utilizamos la tecnología para resolver problemas. Por ejemplo, cómo contar 32 películas de Buñuel, para todo tipo de público, también intenté que todo estuviera por lo menos en dos idiomas de lectura. Se estaba rehabilitando el edificio y pude llegar para pedir las conexiones que necesitábamos para que estuviera todo interconectado. En fin, bueno, fue realmente muy complejo, sobre todo por aquel momento y con algunos retos que ahora los pienso yo… Buf, que locura! Por ejemplo, incluir un croma en tiempo real para que la gente se siente en un inodoro y el fondo desaparezca y se incluya dentro de la proyección que hay en ese momento en pantalla. Todo eso era una locura técnicamente, pero se consiguió hasta hacer teléfonos que los agarras y pasan cosas… y creando, siempre jugando con la magia y la libertad de la que habla el propio Buñuel.

Hay una frase que a mí me marcó, habla precisamente de la importancia de la imaginación, que el hombre no es libre, pero la imaginación sí que nos hace libres. Tenía esa libertad de la imaginación para crear todo este mundo y…bueno, ya ha pasado porque estamos hablando del 2000, han pasado 22 años y sigue funcionando, pero no funciona solamente la cuestión técnica, los autómatas, los ordenadores, sino que sigue funcionando el concepto de contarte una historia pero para mí fue un reto.

Al principio la familia no estaba muy de acuerdo, no lo veían claro. Decían: en Calanda ¿qué van a hacer con mi padre? No sé, harán una cosa que no va a merecer la pena, ¿no?. Cuando realmente vinieron, cuando estuvieron los hijos de Buñuel, les fascinó el CBC. De hecho, Rafael me dijo que no se lo podía imaginar, que tendrían que venir desde Los Ángeles para ver cómo se monta una exposición y cómo se diseña un museo. Porque es, es…vamos, quedaron fascinados de cómo había quedado. Realmente, toda la gente que ha venido ha valorado el esfuerzo enorme que se hizo para contar la vida de Buñuel. Y es una distribución que yo no cambiaría.

Tiene que haber un cine, aquí lo tenemos, aprovechado para una colección de carteles, que se vea también la gran influencia que tiene Buñuel sobre el mundo del arte, un espacio dedicado a su vida, un espacio dedicado a su cine y un espacio dedicado al surrealismo. Porque, claro, el surrealismo es vertebral en el cine de Buñuel, ¿no?

Y después aprovechar el edificio para integrarlo también no solamente en Calanda, en la comarca del Bajo Aragón, con exposiciones temporales, con un espacio activo para conferencias, ruedas de prensa, presentaciones de libros, en fin, un espacio abierto a la cultura en general. También, con una mediateca, con un archivo para que investigadores de todo el mundo puedan venir a consultar piezas y documentos que están dispersos por otros lugares. Y de hecho yo recuerdo que vino Ian Gibson y le dije bueno, has escrito sobre Lorca, sobre Dalí y tocaría Buñuel. Me dijo no, no, no, ya lo he desechado. Le dije, mira, tienes todo este archivo,… Bueno, me lo voy a pensar… Y a la semana me dijo, ya tengo editor, así es que…

Cuéntanos, en qué momento la idea del CBC se hace realidad.

Antón Borraz lo tenía muy claro, en 2020 era el centenario y era ahora o nunca, porque una vez que pasa el centenario todo el mundo se olvida. Entonces la idea era decir no, vamos a hacerlo en el centenario y no se va a olvidar, vamos a estar constantemente con actividades, por eso era muy importante crear una sala de exposiciones temporales, por eso era muy importante crear un festival de cine, hacer exposiciones que itineraran, que fueran a otros lugares y darle proyección internacional al Centro Buñuel Calanda, al (Calanda Buñuel Center).

Hay que asumir que la cultura es un bien necesario y es cara y no se puede pretender que un museo se autofinancie, o sea, los museos lamentablemente tiene muchos gastos, hay que pagar la luz, todos los servicios y eso cuesta dinero. Pero al mismo tiempo generan riqueza de otra manera, generan la riqueza de toda la gente que viaja, de todos los que vienen a visitarnos, de la promoción del pueblo, que se hable bien de Calanda, la repercusión que tenemos internacionalmente tiene un valor muy importante.

Que vengan institutos y colegios a conocernos es muy relevante, y yo recuerdo que hicimos una labor muy, muy intensa para acercar a los jóvenes con actividades, para también sembrar en las nuevas generaciones, Buñuel todavía puede aportar mucho a cualquier creador, escritores, fotógrafos, cineastas… la mirada de Buñuel sigue siendo una mirada muy personal, no se le puede imitar porque te exige que seas tú mismo, que hables con tu interior, con…digamos desde tu integridad, de tu cabeza, tus sentimientos, tu corazón, pero también con la parte oscura que cada uno tenemos, ¿no?. Y entonces, no se puede imitar a Buñuel pero al mismo tiempo no se puede dejar de conocerlo porque es un provocador, que sigue provocando, te hace pensar, dudar y eso es muy importante, la duda es muy necesaria.

¿Por qué piensas que es importante conocer en profundidad a Buñuel? ¿Por qué deberíamos conocerlo mejor?

Es muy importante conocerlo porque sigue siendo un director de cine actual, cuando ves una película como Viridiana, que tiene dos partes, y ves como hace poco gana el Oscar una película que está basada en Viridiana, que es Ida, que la mitad de la película Ida, es la mitad de la película Viridiana, es igual, una novicia que va a ir al convento, que antes de ir al convento va con su tío o su tía, ambos se suicidan, por temas diferentes… pero bueno, te das cuenta que está muy, muy presente.

Buñuel está presente en muchos directores de cine actuales que no tienen ningún escrúpulo en reconocer que para ellos sigue siendo un referente, es que es un creador de imágenes, por ejemplo, la imagen del ojo cortado es una imagen icónica del siglo XX, es una imagen que va mucho más allá de lo que es el cine y en sus películas hay mucha vinculación con el mundo del arte.

¿Cómo podemos encontrar la huella de Calanda en su obra?

Calanda está muy presente en su cine, sobre todo en tres películas en las que oímos el sonido de los tambores, en La edad de oro, su primera película sonora, ya integra el sonido de los tambores, aunque la verdad es que no son los de Calanda. En aquel momento no existía internet, ni siquiera los magnetófonos caseros, él no podía tener el sonido y qué hizo… y esto aquí viene lo interesante del calandino, ¿que hizo el calandino? buscarse a ver dónde había percusión y la encontró en una banda militar de París, él personalmente les estuvo enseñando el toque, y suena bueno, suena muy militar pero se escucha en La edad de oro, ahí está el sonido de los tambores.
La siguiente que es Nazarín, en el final de Nazarín, los tambores crean un final espectacular, es uno de los mejores finales de la historia del cine, para mí sigue siendo fascinante ese final de Paco Rabal que no sabe si agarrar o no una piña, si ir, no ir y mientras tanto, oímos el sonido abrumador de los tambores de Calanda, en un final mágico, mágico… y ahí, la última vez cuando estábamos haciendo esta exposición, aparecieron las grabaciones, con un equipo de percusión de México también dirigido por Buñuel que hizo este sonido de los tambores.

Y finalmente, en Simón del desierto, ahí sí que ya es una grabación hecha en Calanda la que oímos. Son estas tres películas las que están ahí pero yo recuerdo que un amigo muy querido y que he hecho muy en falta, que es Jean-Claude Carrière, me contaba que cuando estaban trabajando en los guiones, de vez en cuando, Buñuel decía…¿Y si pusiéramos unos tambores por aquí?… era una tentación continua, constante, quería poner tambores en todas partes pero luego decía no, no van a quedar bien, y muchas veces e inconscientemente, se ponía tamborilear y hacer el sonido de los tambores de Calanda con sus dedos, como tanta gente de aquí, que aquí son muchos los que de vez en cuando están taka taka… o sea, que en ese sentido era muy calandino.

Luego hay también elementos rurales, la presencia de la muerte, que es algo que muy marcado y que él siempre vincula con Calanda, con dos elementos, yo he intentado destacar uno de ellos, aparece en el final de mi película Tras Nazarín y en el comienzo de la última película que he hecho de Buñuel Un cineasta surrealista y es el estandarte de la muerte seca, que procede del Desierto de Calanda y que tiene que ver con la danza de la muerte, curiosamente esta unido a México, donde les sorprende muchísimo porque allí le llaman la Santa Muerte. Y luego pues ese animal muerto, ese burro podrido que aparece comido por los buitres y las moscas, que descubre de niño en un olivar de aquí de Calanda, eso le fascina. Pero también yo creo que están los paisajes, está todo ese mundo rural que se percibe.

Hay una anécdota para definirle, Buñuel cuenta cómo iba montado en la calesa que llevaba su padre y de repente, el montado como un señorito, ve a unos niños descalzos que iban con capazos recogiendo el estiércol de los caminos y se preguntaba cómo hubiera sido su vida si en lugar de estar montado aquí, hubiera estado en ese camino recogiendo estiércol.

Eso es empatía y quiere decir que después ese niño, cuando crezca, se va a ir a Las Hurdes y va a denunciar lo que está pasando allí con un documental terrible, un documental en el que vemos a esos niños pobres, de una forma que estalla, y es el mismo que después lee en México, en el periódico, que ha aparecido el cadáver de un adolescente en un vertedero de basuras y se cuestiona que puede suceder en una sociedad para que el cadáver de un adolescente termine allí, en un vertedero de basuras.

Y no se queda en la pregunta, se va a recorrer los barrios pobres de la Ciudad de México, a hablar en el tribunal de menores, a hablar con la gente, con los psicólogos y con eso construye una película como Los Olvidados, de la que hablábamos antes, entonces el germen está precisamente aquí en Calanda, en los paisajes, en los niños pobres y en la sensibilidad de un señorito.

Para ir terminando, háblanos de tu último proyecto.

Buñuel un cineasta surrealista es el último documental que he hecho sobre él, con el que se cierra un círculo realmente. Me apetecía hacer otras cosas aparte de temas siempre vinculados con Buñuel, lo que pasa, es que, a veces, llega una pandemia, te encierra en casa y los otros proyectos se quedan ahí parados.

Entonces decido contradecirme, a partir de una conferencia que había impartido en la cineteca nacional de México, para acompañar la inauguración de una exposición dedicada al cineasta, una conferencia que titulé Buñuel un surrealista en México, aunque dije que no se podía hacer un documental y como había gente que me lo había planteado, pues encerrado en casa, con todo el tiempo del mundo y la posibilidad de contradecirme, que siempre es algo que está muy bien, llevarse uno a sí mismo la contraria y dudar, pues dije voy a ver qué se puede hacer ¿no?.

A partir de ahí me puse a trabajar poniendo mi propia voz como narrador, hablando con un sobrino de Buñuel para que pusiera la voz de su tío y con una amiga actriz, para que leyera unos poemas del cineasta. Con esos ingredientes fui armando un documental un tanto extraño porque casi no hay filmación, de hecho solamente filmé aquí en Calanda imágenes de la iglesia del Pilar, del tema del Milagro, e imágenes que tenía de archivo de Semana Santa, porque claro, no se podía filmar y en Zaragoza, unos elementos que tienen que ver con esas fotos estereoscópicas del padre de Buñuel.

Ya por último, ¿Cuáles son tus planes de futuro?

Voy a seguir llevando este documental por el mundo y ahora, después de este período europeo le va a tocar irse a Estados Unidos, estoy muy contento, porque los tambores de Calanda sonarán aquí, como tiene que ser, y también en el MoMA de Nueva York porque allí se va a proyectar Nazarín y mi documental Tras Nazarín, eso me hace muy feliz.

Gracias Javier por habernos atendido y gracias por tu pasión por Buñuel.